domingo, 1 de septiembre de 2013

Juegos y ecuaciones del idioma: la Torre de Babel de economistas

Álter Eco

Juegos y ecuaciones del idioma: la Torre de Babel de economistas

Por   | Para LA NACION
"Alcanzame la toballa", gruñía Alfredo Casero en la mejor época del programa Cha-Cha-Cha . "Toballa no (y la palabra se tachaba en la pantalla de la TV): to-a-lla", lo corregía Fabio Alberti. El sketch se llamaba "Educando al soberano". A la hora de meterse en el mundo de los idiomas, los economistas no son tan graciosos como Casero y Alberti. Pero ya acumulan una serie de investigaciones ricas y originales que incluyen desde esquemas de teoría de los juegos para explicar la coexistencia de distintos dialectos hasta valuaciones de lenguajes y efectos del diccionario sobre los comportamientos económicos.
Se trata de un campo muy marginal, pero que de todas formas ya tiene aportes relevantes de científicos argentinos.
"Es increíble que haya tan poco trabajo realizado sobre el lenguaje por parte de los economistas", dice Barton Lipman, especialista en teoría de los juegos de la Universidad de Wisconsin.
"Es algo muy desafortunado -agrega el economista-, porque vivimos en un mundo lleno de palabras, y no tanto de funciones matemáticas." De hecho, si se pone "economía del lenguaje" en cualquier buscador de Internet, los links derivarán a aquellos estudios sobre una redacción más despojada y pura, sin adjetivos ni frases rimbombantes "económicas".
En tiempos en que el debate entre economistas y académicos se centra en el uso (excesivo o no, depende de quién hable) de las matemáticas en la economía -una polémica que tiene entretenidos a varios gurúes, entre ellos, a Paul Krugman-, esta columna vuelve a demostrar su total enajenación con la realidad y se va al otro extremo: hoy, cómo diría la cantante italiana Mina, sólo "Parole, Parole, Parole". Pasen y lean:
El tablero de ajedrez: A fines de los años sesenta, el economista Thomas Schelling popularizó un análisis que mostraba cómo una ciudad, inicialmente integrada, podría terminar segregada con tan sólo imponer como regla que los habitantes de ésta tuvieran una "leve preferencia" por vivir rodeados de gente de su mismo grupo étnico. Gráficamente, el modelo se reflejaba en una suerte de "tablero de ajedrez" en el que los casilleros de un mismo color se juntan. En un trabajo recién salido del horno, cuatro científicos argentinos le agregaron al modelo original de Schelling la posibilidad de que una persona no sólo se mude, sino que también pueda optar por "cambiar de color", explica el economista Pablo Schiaffino, de la UTDT. Este "efecto Michael Jackson", aplicado a la dinámica de lenguajes, sirve para demostrar, por ejemplo, por qué a veces los lenguajes se extinguen y, en otras ocasiones, idiomas minoritarios destinados a desaparecer no lo hacen. También sirve para explicar las divisiones idiomáticas dentro de un mismo país.
El trabajo fue aceptado la semana pasada por la revista Chaos, Solitons & Fractals ( erds del mundo, uníos), especializada en comportamiento y juegos evolutivos. El matemático de la UBA Juan Pablo Pinasco, uno de los coautores, ya había escrito un artículo en el que demostraba que la coexistencia de varios lenguajes es un punto de equilibrio. "Se pueden pensar los idiomas como mercados competitivos, donde cada individuo es una firma. Al igual que sucede en el mundo de los negocios, siempre habrá incentivos a aprender una lengua en la medida en que existan retornos positivos", explica Pinasco. "Si yo voy a los Estados Unidos y no sé hablar inglés, no voy a poder hacer una carrera académica. Pero sí voy a poder trabajar de jardinero o de lavacopas. La idea es que subsisten nichos económicos para más de un idioma." En el trabajo del "efecto Michael Jackson" también participaron la física Inés Caridi (que colabora con antropólogos y usa redes complejas para rastrear desaparecidos durante la dictadura) y el estudiante de física Francisco Nemiña.
¿Cuánto vale el castellano?: Germán Coloma, economista y profesor de la Universidad del CEMA, se propuso un desafío poco ortodoxo: llevar a cabo una cuantificación económica del idioma español. Para hacerla, analizó la valuación -en términos de ingresos promedio de los hablantes- de cinco características fonéticas, cuya presencia o ausencia sirven para distinguir entre 10 variedades regionales del idioma. ¿Cuáles fueron los resultados? El ingreso anual promedio de toda la zona hispanohablante es de US$ 13.568 (el resultado es para hace dos años). Este valor es 153,26 por ciento superior en la zona del español peninsular estándar; y 61,72% inferior en la zona del español paraguayo, que es la que tiene menor ingreso per cápita. Para quienes hablan la modalidad "rioplatense", el ingreso es levemente superior al promedio: 14.702 dólares por año.
Dime cómo hablas y te diré cómo ahorras: El economista pionero en dinámicas de juego aplicadas al lenguaje es Ariel Rubinstein, quien muy probablemente visite la Argentina el año que viene. Rubinstein escribió en el año 2000 una serie de ensayos sobre el tema, donde defendió la tesis de que las palabras que se utilizan en un idioma tienen efectos determinantes sobre el comportamiento económico. En una disertación muy popular en TED, Keith Chen explica que mientras que el idioma inglés distingue muy claramente entre pasado, presente y futuro, en chino esa frontera es más difusa. Por eso, argumenta Chen, en el país más poblado del mundo la gente ahorra 30% más que en el anglohablante: "El futuro no parece tan distante para los ciudadanos chinos".
Determinantes de pobreza: La cantidad de palabras que un chico estadounidense de un hogar de clase media alta escucha en su casa antes de empezar el jardín de infantes hace que llegue a esta instancia con un repertorio idiomático que es el doble que el de un niño pobre. La "brecha" de déficit de palabras escuchadas antes de los tres años por un chico en un hogar de clase baja asciende a 30 millones de términos, y eso tiene consecuencias dramáticas sobre la evolución futura. La recientemente creada Unidad de Economía del Comportamiento, apuntalada por el presidente Barack Obama, tiene proyectos para trabajar sobre esta disparidad.
Nuevo diccionario: La crisis económica global trajo aparejado el surgimiento de toda una nueva serie de neologismos para describir fenómenos novedosos. En The New York Times, Raphael Minder mencionaba recientemente, entre otras, a "spreaditte" (en Italia se llama así al dolor causado por la diferencia de tasas) o los "ni-ni" en España (la franja cada vez más amplia de la población que ni estudia ni trabaja). El economista, editor de Reuters y del blog de economía internacional Siclus Gabriel Burin aporta otros dos neologismos: "En econotuiter internacional hay dos palabras nuevas dando vueltas. Una es septaper, acuñada por Barclays en junio, cuando crecieron las previsiones de que la Fed iba a reducir su estímulo monetario. Mezcla "septiembre" y "taper", verbo que quiere decir reducir gradualmente.
La otra es bubblecovery , acuñada por Jesse Colombo, un econotuitero de veintipico que milita contra las burbujas financieras. La economista de la UBA Mercedes D'Alessandro es otra neologista prolífica: habla de "psicodelia cambiaria" (por los dólares verdes, azules, etcétera), "despistemología", "economentira" (por econometría), "derivador serial", entre otros términos. Ninguno tan gracioso como la "toballa" de Alberti y Casero, pero no menos imaginativos.
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